La Defensa del Alcázar de Toledo, 1936
BOE nº 210 del 18 de mayo de 1937
Laureada Colectiva, Toledo 1936
S.E. el Generalísimo de los Ejércitos Nacionales, como resultado del juicio contradictorio instruido al efecto, y de conformidad con lo informado por la Junta Superior del Ejército, se ha dignado conceder la Cruz Laureada de San Fernando, colectiva, a todas cuantas personas se hallaban en el Alcázar de Toledo en el momento de su liberación, habiendo permanecido en él durante el asedio, combatientes o no combatientes, pues todo contribuyeron con su entereza de alma a la realización de esa gesta heroica que puso bien de manifiesto la entereza y el temple de la raza.
Burgos 17 de mayo de 1937, El General Jefe, Germán Gil Yuste.
Relación sucinta de los méritos contraídos por los defensores del Alcázar de Toledo.
Al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional por las guarniciones de Marruecos, secundadas por casi todas las de la península y elementos civiles, las fuerzas de la Academia de Infantería, Caballería e intendencia, Escuela Militar de Gimnasia y Comandancia de la Guardia Civil de Toledo, por orden del entonces director de aquella. D. José Moscardó, Comandante Militar de la Plaza, se concentraron en el Alcázar, ocupando los lugares más importantes de la ciudad y disponiéndose a resistir el inminente ataque de fuerzas superiores en número y elementos del Gobierno ilegítimo de Madrid.
A los 1090 militares que se reunieron para la defensa, se incorporaron voluntariamente 106 paisanos militarizados, pertenecientes a distintas organizaciones patrióticas, siendo además refugiados en el edificio de la Academia 555 personas más entre mujeres, niños, paisanos no combatientes y Hermanas de la Caridad.
Sumado El Mando abiertamente al levantamiento general, el 21 de julio se llevaron al Alcázar 700.000 cartuchos que había en la Fábrica de Armas y que el Gobierno había pedido a la par que el armamento de los Caballeros Cadetes, y que el Comandante Militar se negó a entregar. El mismo día comenzó el ataque con bombardeo de la artillería enemiga, que fue casi incesante, así como el de la aviación, en los 69 días que duró el asedio, llegando a hacer unos 11.000 disparos de cañón y efectuando y efectuando esta hasta 18 bombardeos, algunos con bombas de gran potencia. Contingentes importantes de fuerzas rojas, que se calculaban en unos 10.000 atacantes, intentaron numerosísimos asaltos, que fueron siempre, con singular arrojo y heroísmo, rechazados a pesar de los bombardeos, nutridísimo fuego de fusilería y armas automáticas, explosión de minas, empleo de gases lacrimógenos y toda clase de elementos y artefactos de guerra y hundimiento de casi todo el edificio, llegando con frecuencia la lucha cuerpo a cuerpo y al uso de granadas de mano y arma blanca.
A las repetidas invitaciones a la rendición, el Coronel apoyado unánimemente por sus subordinados, opuso la negativa que si elevado espíritu imponía, llegando a optar por el fusilamiento de uno de sus hijos por los rojos, antes que entregar el Alcázar.
Todos los defensores rivalizaron en denuedo y estoicismo, así como los refugiados no combatientes en resistir las penalidades del sitio, extrema escases de alimentación, agua y elementos sanitario; temperatura canicular; fetidez del ambiente; aislamiento del exterior. Todo ello no abatió a los defensores del Alcázar y al espíritu combativo e incluso ofensivo, pues reiteradas veces hicieron magnificas salidas en busca de alimentos, para incendiar los edificios próximos o descongestionar la presión del enemigo.
Los no combatientes, con su sublime estoicismo, ayudaron en todos los trabajos; molturación de trigo, traslados de las dependencias a los sótanos, curación de los heridos, entierro de los muertos, municionamiento de los puestos de fuego, etc, etc.
De las 1750 personas, entre combatientes y refugiados, que el 18 de julio había en el Alcázar, perecieron 86, resultando 431 heridas y 150 contusas, esto es más de un cincuenta por ciento de bajas.
-. Juicio Contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, Colectiva, a las fuerzas que intervinieron en la Defensa del Alcázar de Toledo BOE nº 100 del 28 de enero de 1937, páginas 1493 a 1494.
Fuente: BOE 210 del 18 de mayo de 1937, pagina 1493 a 1494 y BOE nº 100 del 28 de enero de 1937, páginas 1493 a 1494.
Burgos 17 de mayo de 1937, El General Jefe, Germán Gil Yuste.
Relación sucinta de los méritos contraídos por los defensores del Alcázar de Toledo.
Al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional por las guarniciones de Marruecos, secundadas por casi todas las de la península y elementos civiles, las fuerzas de la Academia de Infantería, Caballería e intendencia, Escuela Militar de Gimnasia y Comandancia de la Guardia Civil de Toledo, por orden del entonces director de aquella. D. José Moscardó, Comandante Militar de la Plaza, se concentraron en el Alcázar, ocupando los lugares más importantes de la ciudad y disponiéndose a resistir el inminente ataque de fuerzas superiores en número y elementos del Gobierno ilegítimo de Madrid.
A los 1090 militares que se reunieron para la defensa, se incorporaron voluntariamente 106 paisanos militarizados, pertenecientes a distintas organizaciones patrióticas, siendo además refugiados en el edificio de la Academia 555 personas más entre mujeres, niños, paisanos no combatientes y Hermanas de la Caridad.
Sumado El Mando abiertamente al levantamiento general, el 21 de julio se llevaron al Alcázar 700.000 cartuchos que había en la Fábrica de Armas y que el Gobierno había pedido a la par que el armamento de los Caballeros Cadetes, y que el Comandante Militar se negó a entregar. El mismo día comenzó el ataque con bombardeo de la artillería enemiga, que fue casi incesante, así como el de la aviación, en los 69 días que duró el asedio, llegando a hacer unos 11.000 disparos de cañón y efectuando y efectuando esta hasta 18 bombardeos, algunos con bombas de gran potencia. Contingentes importantes de fuerzas rojas, que se calculaban en unos 10.000 atacantes, intentaron numerosísimos asaltos, que fueron siempre, con singular arrojo y heroísmo, rechazados a pesar de los bombardeos, nutridísimo fuego de fusilería y armas automáticas, explosión de minas, empleo de gases lacrimógenos y toda clase de elementos y artefactos de guerra y hundimiento de casi todo el edificio, llegando con frecuencia la lucha cuerpo a cuerpo y al uso de granadas de mano y arma blanca.
A las repetidas invitaciones a la rendición, el Coronel apoyado unánimemente por sus subordinados, opuso la negativa que si elevado espíritu imponía, llegando a optar por el fusilamiento de uno de sus hijos por los rojos, antes que entregar el Alcázar.
Todos los defensores rivalizaron en denuedo y estoicismo, así como los refugiados no combatientes en resistir las penalidades del sitio, extrema escases de alimentación, agua y elementos sanitario; temperatura canicular; fetidez del ambiente; aislamiento del exterior. Todo ello no abatió a los defensores del Alcázar y al espíritu combativo e incluso ofensivo, pues reiteradas veces hicieron magnificas salidas en busca de alimentos, para incendiar los edificios próximos o descongestionar la presión del enemigo.
Los no combatientes, con su sublime estoicismo, ayudaron en todos los trabajos; molturación de trigo, traslados de las dependencias a los sótanos, curación de los heridos, entierro de los muertos, municionamiento de los puestos de fuego, etc, etc.
De las 1750 personas, entre combatientes y refugiados, que el 18 de julio había en el Alcázar, perecieron 86, resultando 431 heridas y 150 contusas, esto es más de un cincuenta por ciento de bajas.
-. Juicio Contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, Colectiva, a las fuerzas que intervinieron en la Defensa del Alcázar de Toledo BOE nº 100 del 28 de enero de 1937, páginas 1493 a 1494.
Fuente: BOE 210 del 18 de mayo de 1937, pagina 1493 a 1494 y BOE nº 100 del 28 de enero de 1937, páginas 1493 a 1494.