La Uniformidad de la Guardia Civil
El principal problema con el que se encontró don FRANCISCO JAVIER GIRÓN Y EZPELETA, LAS CASAS Y ENRILE, segundo Duque de Ahumada, en la organización de la Guardia Civi, en cumplimiento del mandato contenido en el Real Decreto de 13 de mayo de 1844, fue el de la uniformidad de sus hombres.
Ya antes de ser nombrado organizador del Cuerpo había mostrado su preocupación por este tema, como lo prueba el hecho de que una de sus condiciones expuestas al Gobierno para aceptar el cargo fue la de “tener intervención en el vestuario”.
Más tarde, dotado de las facultades que deseaba, se enfrentó con el problema de la uniformidad, obsesionado por tres puntos principales:
1.° Que el vestuario fuese higiénico, ya que el servicio de sus individuos sería de constante fatiga y a la intemperie tanto de día como de noche.
2.° Que además resultase vistoso y elegante, para lograr con ello personalidad y representación de sus componentes.
3.° Que fuese verdadero y genuinamente español, huyendo de toda similitud con el de otras naciones extranjeras.
Con esta idea, el Duque, rodeado de eficaces colaboradores en la Dirección de Organización, tales como el Coronel graduado, Teniente Coronel de Infantería, don Carlos María de la Torre, como Secretario, y el Teniente Coronel don Felipe Urioste, y los Segundos Comandantes don Javier de Olmeda, don Luis Casani y don Juan Manuel de Yébenes, como Jefes de Sección, dio principio al empeño. Mientras los guardias que iban a formar el primer contingente de la recluta se adiestraban convenientemente, Ahumada presentó al Gobierno los figurines de uniformes que deberían usar las fuerzas de Caballería e Infantería. En éstos se apreciaba diferencia en cuanto a la prenda de cabeza, ya que para los de Infantería se proponía el clásico morrión, tan español, usado por las Milicias Nacionales; para los de Caballería, menos numerosos, se solicitaba el llamado sombrero de tres salientes, parecido al de las Fuerzas de Seguridad de otros países.
Después de muchas idas y venidas y algunas disparidades de criterio se pudo llegar a la meta. Su Majestad la Reina, por fin, estampó su firma a la Real Orden de 15 de junio de 1844 por la que se aprobaba uno de los figurines presentados por Ahumada sobre la uniformidad a usar por los primeros guardias del Instituto. Todo había parecido bien, excepto el morrión propuesto para Infantería, que fue sustituido por el sombrero previsto para la Caballería.
Por los picos y forma de esta prenda se fue generalizando el use del nombre de “tricornio”, que, sin embargo, Ahumada se resistía a admitir. En la Real Orden que instituyó la primera uniformidad se decía simplemente: sombrero de tres picos con galón de hilo blanco.
Fuente: http://gcivil.tripod.com/unif1.html
Ya antes de ser nombrado organizador del Cuerpo había mostrado su preocupación por este tema, como lo prueba el hecho de que una de sus condiciones expuestas al Gobierno para aceptar el cargo fue la de “tener intervención en el vestuario”.
Más tarde, dotado de las facultades que deseaba, se enfrentó con el problema de la uniformidad, obsesionado por tres puntos principales:
1.° Que el vestuario fuese higiénico, ya que el servicio de sus individuos sería de constante fatiga y a la intemperie tanto de día como de noche.
2.° Que además resultase vistoso y elegante, para lograr con ello personalidad y representación de sus componentes.
3.° Que fuese verdadero y genuinamente español, huyendo de toda similitud con el de otras naciones extranjeras.
Con esta idea, el Duque, rodeado de eficaces colaboradores en la Dirección de Organización, tales como el Coronel graduado, Teniente Coronel de Infantería, don Carlos María de la Torre, como Secretario, y el Teniente Coronel don Felipe Urioste, y los Segundos Comandantes don Javier de Olmeda, don Luis Casani y don Juan Manuel de Yébenes, como Jefes de Sección, dio principio al empeño. Mientras los guardias que iban a formar el primer contingente de la recluta se adiestraban convenientemente, Ahumada presentó al Gobierno los figurines de uniformes que deberían usar las fuerzas de Caballería e Infantería. En éstos se apreciaba diferencia en cuanto a la prenda de cabeza, ya que para los de Infantería se proponía el clásico morrión, tan español, usado por las Milicias Nacionales; para los de Caballería, menos numerosos, se solicitaba el llamado sombrero de tres salientes, parecido al de las Fuerzas de Seguridad de otros países.
Después de muchas idas y venidas y algunas disparidades de criterio se pudo llegar a la meta. Su Majestad la Reina, por fin, estampó su firma a la Real Orden de 15 de junio de 1844 por la que se aprobaba uno de los figurines presentados por Ahumada sobre la uniformidad a usar por los primeros guardias del Instituto. Todo había parecido bien, excepto el morrión propuesto para Infantería, que fue sustituido por el sombrero previsto para la Caballería.
Por los picos y forma de esta prenda se fue generalizando el use del nombre de “tricornio”, que, sin embargo, Ahumada se resistía a admitir. En la Real Orden que instituyó la primera uniformidad se decía simplemente: sombrero de tres picos con galón de hilo blanco.
Fuente: http://gcivil.tripod.com/unif1.html
Distintivos, diseño de Fernando Rivero
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Video: www.guardiacivil.es